sábado, 22 de agosto de 2009

Yo Gabba Gabba vs. Barney

Todos los que tenemos hijos pequeños debemos luchar contra, entre otras amenzas, la presión de Barney. Intenta colarse por todos lados, con su música insulsa, sus canciones bobas, su risa enervante, sus amiguitos obsecuentes, etc.
Sin embargo, luego de haber tenido la desdicha de ver Yo Gabba Gabba!, mi estándar de medición de porquerías televisivas ha cambiado.
Al lado de Yo Gabba Gabba, Barney es Paenza.
 

Etiquetas: , ,

Leer texto completo

sábado, 30 de mayo de 2009

Quién sabe quién

—Callate—, le dijo, como gargajeando la palabra, ensuciando cada letra. —Callate, no te quiero escuchar, no me llames más, no te voy a atender.

El tipo estaba visiblemente enojado. Iba sentado en el 113, del lado de la ventanilla. Le calculé, grosso modo, unos 40 años. Sacó un libro cuya tapa no llegué a ver bien (me gusta ver qué lee la gente en los bondis). Era uno de esos de tapa dura, pero económicos. Ni bien comienza a leer, le suena el celular. Lo mira. Quiere ver quién lo llama. Atiende.

—¿Sos vos? ¿De dónde me llamás? No aparece tu número acá.

Pausa. La cara del tipo toma color.

—Mirá, si seguís jodiéndome te meto una denuncia—. El tipo, se ve, está harto. Se ve, también, que no es de ahora la cosa, que viene de hace rato. —No me importa—, dice el tipo, —es TU problema, no el mío, así que dejá de joderme, dejá de romperme las pelotas.

Llegado este punto, las otras dos personas que van paradas en el bondi campanean y miran al tipo que habla por celular. Yo tengo la ¿suerte? de estar, de entrada, parado justito a la altura de la hilera de asientos donde el tipo viaja nada apaciblemente.

—Sí, claro que puedo—, dice el tipo. No sé a qué contesta, lamentablemente. —Como poder, también puedo querer que me dejes tranquilo o que te mueras, pero no sucede ninguna de las dos cosas.

Hace otra pausa, se ve que presta atención.

—Bueno, hablalo con tu psiquiatra; yo lo voy a hablar con un abogado. Casualmente estoy yendo ahora a su estudio porque voy a tomar un cafecito con él. ¿Te acordás de Claudio, mi amigo de fútbol? Bueno, es abogado, así que voy a aprovechar y a hablar de vos con él. Y mejor que dejes de joderme porque Claudio, si te tiene que dar una patada en el orto, se asegura de que te duela tanto que no te quedan ganas de molestar después, así que no me rompas más las bolas. Pensalo bien, ¿sí?

Y cortó, el tipo. Cinco cuadras después me bajé del bondi sin que volviera a sonarle el celular.

No supe si era una ex novia o ex esposa. O un ex socio. O un ex jefe. O quién sabe quién.

Linda frase: Quién sabe quién.

Mientras caminaba un par de cuadras para tomarme el subte (bondi y subte, ¡uf!) fui haciéndome una película, como siempre hago cuando escucho conversaciones ajenas.

Después me olvidé del tema hasta una semanita más tarde, cuando nuevamente me crucé al tipo en el 113. Se ve que venía conversando (otra vez con su celular). Iba parado. —Sí, hoy es el velorio—, dijo. —Bueno, dale, dale, llamame al mediodía—. Y cortó.

No supe más del tema. Me volvía loco por saber si había una conexión entre ambas charlas, quién era la persona de la conversación primera, qué sucedió, algo, algo al menos. No tuve suerte y, lógicamente, no me atreví a preguntar.

Me bajé del bondi, y acá estoy, escribiendo para no olvidarme. Por ahora es "guardar ahora", pero uno de estos días le doy click a "publicar entrada".

Etiquetas: , ,

Leer texto completo

viernes, 22 de mayo de 2009

La duda, según dos argentinos

“La duda es uno de los nombres de la inteligencia.”
Jorge Luis Borges (escritor)

“La duda es la jactancia de los intelectuales”
Aldo Rico (carapintada, golpista)
Leer texto completo

lunes, 16 de marzo de 2009

Publicidad fallida en tiempos de derrape

En plena crisis del año 2001 se dio lo del corralito. Los bancos se apoderaron de los depósitos de los argentinos, sin importar si los tenían que retirar para operarse del corazón o lo que fuere. Los que habían depositado en moneda extranjera veían sus depósitos convertidos a la moneda local a un cambio que distaba MUCHÍSIMO de ser el real. No importa, cuando se trata de los bancos versus la gente, ganan siempre los bancos. Es obvio que una vez recuperado el bienestar (de los bancos) ninguno decidió "devolver" a sus clientes lo que le habían sustraído. La ley los amparó, pero la ética la dejaron en el baúl de los recuerdos innecesarios.
En aquel contexto de bronca de mucha gente, se podía ver por TV un spot comercial del Banco de la Provincia de Buenos Aires (familiarmente, Banco Provincia). Jugaban con el término “banco”. En otro momento habría sido un acierto publicitario más. Quizá hasta destacado.
Pero a fines del año 2001 y principios del año 2002, en Argentina, fue un error grosero.

Te cuento por qué:

Sucede que a los creativos de la agencia de publicidad que tenía la cuenta del Banco Provincia se les ocurrió encontrar varios significados de “yo te banco”, en alusión obvia a su cliente.
En medio de varias tomas a gente común, sonriente, se escuchaban frases como “significa que te escucho”, o “significa que estoy a tu lado”. Nada mal. Bien manejado el entorno, buen mensaje, quizá poco efectivo porque la bronca contra los bancos era mucha y casi imposible de contrarrestar. Al rato se escucha “Significa que te apoyo. Sí, nos apoyaron como si fueran un degenerado de colectivo. No sólo nos apoyaron sino que nos empernaron de parados, sin vaselina, y muy en contra de nuestros deseos. Y sin siquiera un poco de cariño, al menos.
“Significa que te apoyo en el contexto social y económico del momento fue uno de los mejores/peores pifies publicitarios que haya presenciado en mi vida.
Lamentablemente no duró demasiado. Alguien se avivó, editaron el spot publicitario, y así es que el Banco Provincia dejó de agregar nafta al fuego (al menos en la publicidad de marras).
Eso sí, nunca dejaron, ni ellos ni ningún otro banco en la Argentina, de apoyarnos.

Etiquetas: ,

Leer texto completo

lunes, 6 de octubre de 2008

Diccionario Palermo Restó - Castellano

Ya se escribió mucho acerca de la aparición y posterior crecimiento, hace no demasiados años, de una zona fashion en el barrio de Palermo. Previamente a la inmensa cantidad de negocios de venta de objetos de diseño y demás rubros vecinos, hicieron punta los restaurantes. Ojo, no decir restaurante en Palermo Soho o Palermo Hollywood. Debe decirse restó. Como quien le restó significado o substancia a algo. Restó. Sobre nombres y especialidades de estos restó me referiré en otra entrada. Ahora hablemos sobre la correcta interpretación de sus menúes o cartas. No es cosa fácil, vale aclarar.

La camarera de “Tehuelches Galos (restó fusión franco-patagónica)”, que en realidad sueña con ser descubierta por Coppola (Francis Ford) en alguna de sus cenas fashion en Bi-Ei, nos acerca el menú (“la carta”), y se aleja, con la firme intención de no rebajarse a mirarnos por los siguientes cuarenta minutos porque, claro, no tenemos cara, ni pinta, ni marca de ropa, de alguien que merezca su atención. Mientras tanto, al tiempo que nos va agotando el inútil esfuerzo por desentrañar la intención de la decoración del local o —al menos— de descubrir si el encargado de semejante tarea fue devuelto a su hospicio (pobre alma), intentamos también descifrar el contenido del menú.


Lamentablemente Champollion está muerto. Il est mort. Kaput. Finito. Morto. No nos va a poder ayudar. Tenemos una amiga que habla y escribe urdu, malayo, finlandés, vascuence, mandarín, bereber y mendocino, pero no responde a nuestros llamados. Creo que porque sabía a dónde íbamos a comer. Decidimos, ya que no nos quedaba otra opción, ceder al chantaje de la camarera: Esperarla y luego rebajarnos aún más, humillarnos hasta la vergüenza admitiendo su superioridad en esta métier. Le solicitamos traducción. Mientras uno de nosotros anotaba prolijamente cada explicación, otro había ya llamado a su casa sabiendo que no había nadie para luego acercar el celular a la boca de la camarera, cuyas palabras pasaron a la vieja cinta del aún más viejo contestador automático, no sea cosa que perdiéramos el papel donde tomábamos nota de la magistral clase de traducción Palermo Fashion - Castellano. Era un momento para no ahorrar en backup. He aquí una transcripción del documento en cuestión (vale aclarar que las traducciones son versiones nuestras de lo que dijo la camarera):




































OriginalTraducción


Fresh tuna salad en suaves sábanas verdes y mix de jardines de Babilonia marinada con sauce mayonnaise y un touch de perejil crespo de cultivo propio.Media lata de atún con dos hojas de lechuga y un poco de ensalada rusa. Sale con una ramita de perejil para aparentar algo.


Nuestros tiernos jamoncitos de ave sobre crocante de almendras bañado en salsa de puerros de huerta, de la mano de un timbal de arroz blanco aromático.Dos patas de pollo al puerro con un par de almendritas y arroz blanco común hervido con una hoja de laurel.


Impecable entrecôte macerado en mix de especias y hierbas en aceto de malbec, cabernet y syrah, sobre colchón de couscous tunecino, cilantro y menta.Bife con chimichurri pretencioso, con trigo burghol hidratado, algo de coriandro y un par de hojas de menta (no las coma, son de adorno).


Lomo despinado de abadejo con etérea salsa de especias y puntas de espárragos, acompañado de papas al vapor con oliva y verdes toques de sabor.Filet de merluza cortado más angosto (total, ¿alguien va a darse cuenta de que no es abadejo?) con salsa blanca y un par de bajaditas de frascos de especias comprados en el supermercado. Sale con tres puntas de espárrago de lata y una papa hervida cortada en cuatro rodajas. Va con un chorrito de aceite de oliva mezcla y un poco de cebolla de verdeo picada y perejil.


Tulipa con delicia cremosa helada y coulis de frambuesa.Una bocha de helado de crema americana y tres frambuesas al natural de frasco. Va en tulipa de esas que venden por 20 centavos y que son como un barquillo con forma finoli.


Café oriental mediterráneo.Café hecho con un poco de cardamomo, y sale un 500% más que un café común.


Prefiero, toda la vida, comer en el "Círculo de Amigos" de la 9 de julio (la calle 21) en Miramar, donde una cazuela de ternera no es una "Selección de cortes especiales de ternerita a la casserole con papines, pimientos de la huerta, cebollines y selección de hortalizas". O en un bodegón de Villa Luro o de Liniers (que no es "Palermo Lejos"). Y de postre, un flan casero con dulce de leche, y no una Créme Caramel avec Confiture de lait.

Los restó y sus pretensiones de Champs Elysées me tienen que hago surcos, le garanto.

Leer texto completo

lunes, 11 de agosto de 2008

Viajar

Travel is fatal to prejudice, bigotry, and narrow-mindedness.”

Samuel Clemens (a.k.a Mark Twain)

No hay mucho más que agregar, ¿no?
Leer texto completo

martes, 15 de julio de 2008

Subtítulos alternativos

Resulta que uno un día va al cine a ver una película espantosa. No sabe bien por qué, aunque lo sospecha. Ése de ahí va porque esa mina que está impresionante se lo pidió. Ella va porque su esposo quiere ver setecientos disparos de ametralladora por minuto sin parar. O bien puede que uno, así nomás, sin quererlo, se ensarte en un cine viendo un bodrio irredimible.
Propongo una solución que podrá hacer la delicia de quien se vea en esta situación, y que poco tiene que ver con el sexo practicado en una sala cinematográfica.
Mi propuesta es clara: Subtítulos alternativos.

Veamos el caso de un filme extranjero de acción sin más argumento que las interminables peleas de malos y buenos, unidimensionales y obvios, sin un diálogo memorable, sin una toma interesante que justifique la pantalla grande. Con un sonido excelente, eso sí. La película no está doblada. Sale más barato el subtitulado. “Te mataré, Robert”. “No, no lo harás”. “Sí, sí lo haré”. “No, no lo harás”. “Sí, sí lo haré”. Se repite ad nauseam, o hasta que salta un gato, y entonces uno de los amigos del malo o del bueno —qué más da— se sobresalta y dispara, y así hay una de tantas escenas similares de disparos, explosiones de autos, de tambores de combustible, o de edificios enteros. La película es ruidosa, pero ese no es su defecto. Su defecto es ser malísima. La distribuidora local, ni con la mejor predisposición puede obviar el hecho de que es un asco. Pues bien, que le coloquen (o que negocien con la productora de origen) una segunda línea de subtítulos (en otro color, para que nadie se confunda). En esa segunda línea de subtítulos puede contarse otra historia. No da para una novela larga, pero quizá sí para un cuento o un libro corto. Pongamos un ejemplo: Usted acompaña al mamerto a ver al cine Rambo 9. Cree que la va a pasar mal, pero se la banca porque todo sea por levantar al gordo de su sillón y lograr que deje de amasar el control remoto. Finalmente no le va tan mal. Debajo de Rambo 9 se asoma La Metamorfosis, del primo checo de Guido Kaczka. ¿Ve? ¿Ve que es una buena idea? Le dije.

Pues bien, esta propuesta es doblemente aplicable al cine español y a las producciones argentinas. Las películas españolas que se proyectan en la Argentina requieren subtítulos, porque acá nadie entiende qué quiere decir que alguien flipa, ni qué quiere decir que alguien se chuta, ni casi nada de nada. La primera línea de subtítulos debería ser una traducción a un castellano argentinizado o, a lo sumo, a un castellano neutro, como el de las series televisivas. Ahí entenderíamos algo. La segunda línea de subtitulado sería análoga a la que propuse más arriba, si la película es un espanto.
Las películas argentinas son un tema aparte. Podrán hablar como nosotros, sí, pero no llegamos a saberlo. Podríamos entenderlos, claro, si se entendiera algo en medio de esa calidad de mierda que suele tener el sonido de las películas argentinas (lindas excepciones son Sol de otoño o Historias mínimas). Si a eso le sumamos que suele usarse subsidios varios para producir bazofias importantes, la necesidad del subtitulado se hace más fuerte. En este caso, incluso podría prescindirse del primer subtitulado, aquel que nos ayuda a entender qué cornos se dice, y pasar, directamente al Subtitulado Alternativo. Es así que una película como La herencia del tío Pepe podrá depararnos la alegría de poder leer Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, y Bañeros III, todopoderosos nos regale la inmejorable sorpresa de disfrutar de Bartleby, el escribiente.
Dejo la idea acá, rebotando en la nada.
Es un aporte valioso, creo.
Buenas noches.

Etiquetas: , , ,

Leer texto completo

sábado, 29 de diciembre de 2007

Blockbuster y la accesibilidad

En la esquina de la avenida Gaona y la calle Bufano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hay un local de la afamada cadena de alquiler y venta de videos Blockbuster. Esta gente (la de esta empresa) ejerce un ridículo criterio a la hora de aplicar su derecho de admisión.
Para acceder al local en cuestión hay que subir una escalera que lo llevará hasta, digamos, algo así como un metro y medio por encima de la vereda (puede que le yerre en el cálculo, sabrán disculpar). Recién allí, uno deberá tocar un timbre que hará que algún solícito empleado presione a su vez el botón que le permitirá a Ud., cliente de Blockbuster, abrir la puerta de entrada. Ya finalizada su misión dentro del local de marras, el cliente saldrá por una puerta cercana a aquella por la que ingresó y descenderá por la misma escalera hasta la vereda, y una vez allí, bueno, es su problema, haga lo que quiera, muchas gracias.
¿Cuál es el tema, entonces?
Bueno, el tema es, por ejemplo, una mujer con su bebé en un cochecito. O una persona en silla de ruedas. O alguna otra persona con muletas. O alguien que, por su edad, le cuesta mucho andar subiendo y bajando escaleras.
Claro, cualquiera de ellos podría usar la rampa. Es cierto. Perdón, me corrijo: sería cierto si hubiera una rampa. No la hay.
Una vez le comenté acerca de esta situación a un empleado del local que, no sin cierta lógica (y con sobrada buena voluntad) me comentó que si alguien tuviere dificultades para acceder al local, cualquier empleado —él mismo, o tal vez otro— podría ayudarlo. Agradecí su comentario y me las tomé, me fui con un sabor amargo, sin decirle que desde la vereda no hay forma de llamar fácilmente la atención de los empleados de Blockbuster. El timbre está disponible sólo habiendo subido la escalera (y a una altura que no le facilitaría la tarea a alguien en silla de ruedas si hubiera subido por una hipotética y eventual rampa). Los gritos tampoco surtirían demasiado efecto mientras pasan los autos, camiones y colectivos por la avenida Gaona. Cuando el semáforo corta el tránsito por Gaona, quizás, pero no creo que esa sea la propuesta de accesibilidad de Blockbuster (¿o sí?). Podría acompañarse los gritos con un amplio movimiento de brazos, cual espástico molino de viento. Quizá esta opción también figure dentro del Manual de Usuario de la empresa Blockbuster. No lo sé. No me atrevería a desmentirlo, tampoco. Así como hay empresas especiales que nos sorprenden con productos especiales (Apple, por ejemplo), hay otras que se las ingenian para ser especiales en otro sentido. Blockbuster, por ejemplo. Veamos otra rama más de este hermoso árbol de actitudes de esta amable empresa. Mejor aún, veámoslo desde un caso hipotético y probable: Ana se mueve por todos lados en su silla de ruedas. Es bastante independiente. Tiene un auto especialmente adaptado, y para entrar en él y sujetar y asegurar la silla de ruedas no precisa ayuda de nadie. Ana va hasta el Blockbuster y, sabiendo que no podrá acceder desde la vereda, ingresa su auto en la cochera que esta empresa pone a disposición de sus clientes (es un lindo gesto, lo admito), y lo estaciona en el espacio señalizado como prioritario (¿o exclusivo?) para discapacitados (o gente de movilidad reducida o... no sé, el eufemismo que más les guste). Hasta acá venimos más o menos bien. Por un lado Ana no podría entrar desde la vereda (lo cual está mal), pero por otro lado Blockbuster tiene una cochera para clientes de paso (eso está bien) con un lugar para gente como Ana, entre otros (eso está MUY bien). Sigamos. Ana se baja de su vehículo. Está en la cochera. No hay nadie más (es una hora temprana para ir al videoclub). Ana tiene dos formas de salir de la cochera:
1) subir con su silla de ruedas por la rampa por la que accedió a la misma, para así llegar a la vereda (y por consiguiente no poder entrar a Blockbuster).
2) subir por un acceso directo que la deposita frente a la puerta de entrada al local. Claro que esta subida es por una estrecha escalera y Ana no puede subir por ahí.

Bueno, che, no seamos quisquillosos; nadie le impide a Ana quedarse jugando, corriendo libremente en su silla de ruedas, explorando la cochera, jugando a esquivar las columnas de material, probando a ver si hay eco, etc.

O bien (¡me olvidaba la tercera opción!)...
3) Volver a su auto, salir de la cochera, y asociarse a OTRO videoclub con políticas de derecho de admisión —escritas o tácitas— menos odiosas.

Etiquetas: ,

Leer texto completo

viernes, 28 de diciembre de 2007

Pensamientos compulsivos

¿No le sucede, estimado/a Usted, que no puede dejar de tener ciertos pensamientos, bien específicos, ante ciertos estímulos? ¿No le pasa que, frente a ciertas preguntas o frases, mentalmente responde con alguna línea que —seamos sinceros— se repite siempre frente a situaciones similares? ¿No halla que ha logrado cierta convivencia con estas introspecciones obsesivas pero que, al mismo tiempo, no puede dejar de notarlas cuando se hacen presentes?

Hace un tiempo, un año quizás, escuché una pieza de publicidad radial por demás interesante. Sugestiva, como verán. En este caso, se hacía publicidad de una empresa de transporte colectivo de pasajeros, los ya conocidos ómnibus de media y larga distancia. Esta empresa, orgullosa (quizá con razón) de poseer la mayor cantidad de unidades de transporte, anunciaba por radio varias bondades y ventajas de viajar en sus micros (ómnibus). Luego de una corta pero eficaz enumeración de las características positivas que eran de rigor esperar, el locutor terminaba con un "La Pachorra... ¡La mayor flota!". Obviamente "La Pachorra" no era el nombre de dicha empresa, pero no es el caso. El caso es que el mensaje intentaba transmitir que "La Pachorra" tenía la mayor flota de ómnibus de larga distancia en el país, pero todo lo que yo podía pensar luego de "¡La mayor flota!" era "...y la menor se hunde".

Y lo peor de todo es que lo cuento.

Etiquetas:

Leer texto completo

Recuperación de identidad electrónica

Esta entrada es simplemente para contar que he recuperado mi identidad electrónica, así que aquí vamos.
Leer texto completo

lunes, 3 de abril de 2006

Las leyes de mercado en Argentina (una aproximación al surrealismo)

Las leyes de mercado en Argentina no siguen las mismas reglas que en el resto del mundo.
Aquí vivimos dentro del horizonte de eventos de un agujero negro y por ende las leyes físicas se distorsionan, la luz no escapa y se curva, el diferencial de gravedad es percibido en distancias de milímetros y las leyes de mercado forman volutas propias del Art Nouveau. La supervivencia en Argentina implica que hay que tener una concepción surrealista de la realidad para siquiera aproximarse a lo que sucede día a día. Un economista clásico no puede triunfar nunca aquí, en cambio un tipo inmerso en un delirium tremens galopante puede interpretar mucho mejor el medio que le rodea.

Ejemplo 1:
Un presidente no puede contener nada. El hijo le escribe los discursos y le dice cómo hablarle al país por TV en cadena nacional. Luego lo critica y le dice que salió mal, poco decidido y que se veía derrotado (en fin, estaba derrotado). Este presidente se va en helicóptero desde la terraza de la casa rosada (la casa de gobierno). A todo esto, el dólar ya venía escapándose y luego de la huida presidencial se suceden cuatro presidentes interinos más en el plazo de pocos días, y el dólar se dispara poniéndose 4 a 1 cuando poco antes estaba 1 a 1 con la moneda local. Todo lo que tiene que ver con insumos importados aumenta de precio tomando el 4 a 1 como parámetro. Muchas cosas que no tienen nada que ver con el dólar también suben de precio de forma similar. Tiempo después el dólar se estabiliza en una relación aproximada de 3 a 1. Los precios de productos sensibles al dólar siguen tal como estaban cuando dicha moneda estaba 4 a 1.
Nos jodemos todos.

Ejemplo 2:
a) Es invierno. Sube la demanda de gas. Ante el aumento de demanda, sube el precio del gas. El que el aumento de demanda sea estacionario y que el aumento de demanda no responde a cuestiones de mercado poco influye. El argumento "a mayor demanda, mayor precio" es blandido por las empresas proveedoras de gas cual espada de Nippur de Lagash.
b) Es verano. Baja la demanda de gas. Ante la caída del consumo, sube el precio del gas para poder mantener la estructura administrativa y demás cuestiones esgrimidas como argumentos irrefutables.
Nos jodemos todos.

Ejemplo 3:
a) Ante un dólar bajo, la "patria ganadera" sólo le puede vender carne al mercado interno, y la exportación, por cuestiones operativas, le resulta cara al punto de precisar subsidios encubiertos bajo el nombre de "exenciones impositivas", "beneficios" o cualquier otra denominación. Esto es: el estado (TODOS nosotros) les da una manito.
b) Ante un dólar alto, la "patria ganadera" descubre que hay demanda externa para TODA su producción, entonces decide que esos precios son los que va a cobrar en el mercado interno. Si acá nadie puede comprar carne por culpa de esos precios, lástima (que se jodan). Igual la pueden vender al exterior.
c) Ante una coyuntura distinta (un dólar bajo nuevamente o cualqueir otra circunstancia similar), la "patria ganadera" vuelve a solicitar "beneficios", "exenciones impositivas" (subsidios, bah), etc. Esas medidas solicitadas implican que el estado --TODOS nosotros-- incluyendo aquellos en los que se cagaron, les demos la manito que tan graciosamente nos negaron. El precio de la carne aumentó a un 400% de los valores de antes de la crisis del 2001, mientras que el dólar aumentó a un 300% de su valor anterior (y los salarios, como mucho, un 50% más). La diferencia es lo que nos han jodido a todos.
d) solución propuesta: Que no exista más el punto c de este ejemplo. No hay más ayudas. Si la respuesta a las ayudas de siempre ha sido luego defecarse en todos, pues bien, que después no esperen que esos "todos" (el estado) les responda volviendo a darles una manito.
Y si no...
Nos jodemos todos.

Etiquetas: ,

Leer texto completo

sábado, 1 de abril de 2006

Hummous

En temas culinarios todo el mundo tiene alguna receta con la que gusta agasajar a su familia, a amigos, a parientes, a invitados variopintos. Quienes gustamos de cocinar tenemos varias recetas no sólo una o dos. Hoy, sin embargo, expondré aquí sólo una receta, ya que ando corto de tiempo.

Hummous
Receta personal basada en la receta tradicional y en sabores orientales

Ingredientes obligatorios:
- Garbanzos (2 latas o 400 gramos de garbanzos ya remojados y hechos)
- Ajo (2 dientes grandes)
- Perejil fresco (a piacere)
- Pimentón o Paprika (a piacere)
- Sal (a piacere)
- Jugo de limón (un poquitín)
- Aceite de girasol o de oliva (a piacere)
- Pan árabe (pita) calentito, pero bien puede ser pan francés baguette, pan de campo, pan criollo, etc.

Ingredientes optativos (si bien recomendados):
- Pistachos tostados y pelados (6 a 10, nada más)
- Comino (a piacere)
- Tahine (pasta de sésamo) o bien aceite de sésamo (un poquitín)
- Jengibre (a piacere, si bien no hay que pasarse de una pizca)


1) Procesar los garbanzos con el ajo, sal, un chorrito de jugo de limón, una pizca de jengibre (opcional) una pizca de comino (opcional, y se recomienda usar más comino que jengibre), un par de cucharaditas de Tahine o un chorrito pequeño de aceite de sésamo y los pistachos. Procesar todo BIEN. En casa tengo una Braun Minipimer de 600 watts con la función "Turbo". Le doy así por un rato largo. Ahí se ve si le falta agua. La mezcla debería tener la consistencia de un puré no demasiado fino. Probar cada tanto a ver si según el gusto de cada uno le falta sal, ajo o algún otro ingrediente.
Nota: Si los garbanzos son de lata, procesarlos con un poco del líquido que ya traen. Si no, agregar agua de la preparación de los garbanzos.

2) Una vez que tengo la mezcla bien hecha y eliminado todo deseo de bajarse el hummous allí mismo, untado sobre pan calentito, pasamos la mezcla a una fuente de tamaño tal que nos quede una capa de hummous de no más de 2 cm. de espesor. Agarrar un tenedor y trazar caminos suavemente, como si uno arara el hummous. Que los caminos hechos con el tenedor se corten con otros. Luego, echar un chorrito muy finito de aceite por encima de toda la superficie. Los caminitos trazados ayudarán a que el aceite quede distribuido por todos lados y no se amontone en una única esquina luego, en caso de que la heladera tenga una ligera inclinación hacia algún lado (suele suceder). Luego del aceite espolvorear algo de paprika o pimentón. Luego, unas hojitas de perejil fresco (yo le pongo bastante; a mi modo de ver el perejil en el hummous es infaltable).

3) Guardar en heladera.

4) Esperar a que el hummous esté fresquito.

5) Calentar un poco el pan, si no está ya calentito (obviar el microondas, que lo deja gomoso y mojadito).

6) Untar hummous sobre el pan y a masticar hasta que duela. El hummous es un viaje de ida.


Saludos y buen provecho

Etiquetas:

Leer texto completo

jueves, 15 de diciembre de 2005

Abra por aquí (o pequeñas obsesiones)

Algunos se abstienen de pisar la unión entre baldosas. Caminando por cualquier vereda se los reconoce fácilmente. Otros sienten la imperiosa necesidad de hacer todo una cantidad par de veces. Si se rascan la oreja izquierda, luego deben rascarse la oreja derecha. ¿Eso implica hacerlo con la misma mano o con la otra? Por las dudas, la operación se hará en toda su complejidad, y finalmente se habrá cometido una rascada cuádruple cuando una simple bastaba.
Bien, reconozco haber caído, de chico, en la tentación de la superstición baldosal. Tuve un período de un mes, aproximadamente, en que no había amenaza ni promesa que me hubiera hecho desistir de mi repulsión a pisar la separación entre baldosas. Llegué a evitar veredas de baldosas muy pequeñas, para no verme obligado a, por medio de mi pisada prohibida, poner en peligro al universo. Hoy el tiempo ha pasado y ya más grandecito he abandonado esas pavadas. O, más bien, a fuer de ser sincero debo confesarlo: las he cambiado por otras.
Sucede que le hago caso a los sobrecitos de mayonesa. Y a los de mostaza. Y a los de Ketchup.
mayonesaEn una de las esquinas tienen una leyenda que dice abra por aquí, o algo por el estilo. Pues bien, yo SIEMPRE abro por ahí. Sé que podría abrir por cualquiera de las otras esquinas del bendito sobre de condimento y nada cambiaría. Sé que no hay cálculo alguno de resistencia de materiales ni aprovechamiento tecnológico alguno que haga que los benditos sobres se abran más fácilmente por una de las esquinas que por otras. Así y todo, yo les hago caso. Obedientemente abro por ahí. Y no es que sea siempre fácil. A veces uno termina estirando una capa de plástico que se desprende de otras capas que debieron haber sido —digámoslo: estamos convencidos de ello— más solidarias. Es así que la capa de policualquiereno abandonada se estira como no debió haberlo hecho (debió haberse cortado siguiendo la línea punteada de abra por aquí) y la distribución de la mayonesa sobre la comida a condimentar torna en una maniobra algo más sucia e incómoda porque todo aquello que sale por la despareja abertura tiende a quedar sobre el plástico estirado y no sobre el Combo 6 o la ensalada o lo que fuere que uno va a ingerir.
No hay nadie en Hellmanns ni en Dánica ni en Fanacoa ni en Heinz que se encargue de que los sobrecitos se abran más fácil en abra por aquí. Sin embargo yo insisto. Quizá con mi conducta obstinada pueda convencerlos de que hay alguien que realmente sigue las instrucciones y que entonces quizá valga la pena hacer que estén justificadas por un hecho real y concreto: la aplicación de la tecnología moderna del envase al servicio del usuario que quiere cortar el sobrecito por donde se le indica. Si no, ¿a qué viene la impresión del abra por aquí? ¿Para qué lo imprimen si no va a cumplir una función? La respuesta es lógica: se están adelantando a los hechos. Más pronto que tarde (e incluso que nunca) pondrán en marcha la reestructuración de la cadena de envasado permitiendo, finalmente, que los sobrecitos deban abrirse por donde deben. Y más aún: creo que se haría necesaria una campaña de educación de los usuarios. Con reforzar las otras esquinas con titanio y/o kevlar se logrará que tanto desaprensivo comprenda que si en una esquina dice abra por aquí es abra por aquí, qué tanto.

Etiquetas:

Leer texto completo

miércoles, 7 de diciembre de 2005

Pilomancia

Ya no leemos las vísceras de una pobre gallina muerta porque sí (o porque el hambre apremia). Somos mucho más civilizados. Hemos pasado inmaculados también frente al riesgo de la quiromancia. El Tarot ya no nos hace cosquillas siquiera y nos reímos burlonamente de las runas en su modalidad adivinatoria. Una bola de cristal se nos antoja anacrónica.
Un nuevo método asoma de la mano de las mujeres que (por suerte) se duchan.
Lo nuevo es, sin duda, la pilomancia.

Ellas son hermosas. Buenas. Amables. Las adoramos. Hechas estas salvedades, vamos al desarrollo de la imbecilidad en cuestión:

Ellas se duchan. Es una suerte, claro está. Tampoco es un descubrimiento que me deparará un premio Nobel. Ya se sabía que las mujeres acostumbran ducharse; con mayor o menor regularidad, pero mal que mal, si tienen la chance, cada tanto se bañan.
Los subproductos de una persona que se ducha son varios: vapor condensado en el espejo, idem en los azulejos, algo de ropa tirada. Lo normal, claro.
Ahora bien, ingrese Ud., estimado amigo, a ducharse una vez que su mujer/novia/amante ocasional/amiga que lo ha confundido/amiga que se ha confundido/etc., ha salido ya del baño. Revise el sector correspondiente a ducha/bañadera. Es probable (más de un 30%) que encuentre Ud. una mata de pelos pegada a los azulejos, a una altura no inferior a los 90 cm. y no superior a los 180 cm. Suelen ser muchos pelos. Pelos de mujer. Largos, generalmente (las mujeres de pelo largo adscriben a esta moda más que las que llevan el pelo corto). Esos pelos, adheridos por obra del agua (y de las manos y arte de la mujer en cuestión) a los azulejos no lo están de modo caprichoso. Nones. Tal como la borra del café o la disposición de las várices de una vieja nacida un 1° de enero, conforman un dibujo que ha sido trazado por la mano del destino. Por una fuerza que cruza los tiempos para depositarse sobre un instante que permite su vista y, en el caso remoto de que sepamos leer el mensaje, su interpretación.
No es cuestión de caer en la simpleza de las adivinaciones de raigambre zodiacal y barata, en las que ser de géminis augura la multiplicidad de personalidades u opciones (dos, al menos) o que ser de libra implicará por fuerza mayor un equilibrio y una madurez superior a la del resto de los mortales o que ser de capricornio deparará lucir una cornamenta por los tiempos de los tiempos, amén. No, nada de eso. El pelo rubio, morocho, pelirrojo, teñido de verde, lacio o enrulado (lo mismo da) susurra en nuestra mirada el derrotero inmutable que guiará nuestro futuro. En la disposición de esos pelos podrá verse (si se quiere) un nuevo amor, un viejo amor reencontrado, una bicicleta de paseo, la vida, la muerte, una pelota Pulpo, el deseo, la pasión, el amor, una picada con mortadela, esas cosas, en fin.
La Pilomancia ha llegado para quedarse.
Dejemos de quejarnos y agradezcamos la oportunidad que gratuitamente se nos brinda si tan sólo aprendemos a leer los arabescos capilares que nos obsequian, desinteresadamente, las mujeres.

Etiquetas:

Leer texto completo
©2005, 2006, 2007, 2008, 2009.
Cualquier contenido de este blog puede ser reproducido siempre que se cuente con un permiso escrito del autor del mismo, se cite la fuente original (este blog) y se proporcione, en forma visible, un link a este blog. Para obtener el permiso mencionado, dejar un comentario indicando un medio de contacto en cualquier entrada de este blog.
Content can be reproduced ONLY if the author gives explicit written consent and if this source is cited and a link to this blog is visibly stated. To get the aforementioned permission, a comment (stating a mean of contact) can be left on any entry of this blog.